Opinión El cese de Sánchez Mato, un ejemplo de política subyugada

 

 

https://www.lamarea.com/2017/12/20/el-cese-de-sanchez-mato-un-ejemplo-de-politica-subyugada/

Daniel Bernabé

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Carmena da el visto bueno a Montoro para los recortes. Del programa de Ahora Madrid al programa de Ahora Montoro

El cese de Sánchez Mato como concejal de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid por parte de Manuela Carmena ha supuesto un nuevo episodio en el que la alcaldesa, y quienes la apoyan, han vuelto a agachar la cabeza ante la derecha, en este caso ante Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda y Función Pública del Gobierno central. Sin embargo este suceso, más allá de sus protagonistas concretos, nos puede valer para analizar los males que azotan a la izquierda y el funcionamiento político de nuestra sociedad actual. De hecho, su desenlace es la constatación de que esos males no son percibidos como tal, sino tan solo como el único resultado posible. Lo que aquí se juega es más que una batalla partidista o un modelo municipal, lo que aquí se dirime es que sea la política quien dirige a la economía o que quede relegada a mero apéndice gestionario del modelo neoliberal.

La primera consecuencia, la más grave, es que muchos simpatizantes de Ahora Madrid, así como una parte de los políticos de eso que se llamó el cambio, han aceptado el horizonte de la abnegación, el there is no alternative thatcheriano, la siniestra confusión que nos lleva a pensar que la responsabilidad es un término absoluto y no dirigido: siempre se es responsable respecto a alguien o algo y en este caso Carmena lo ha sido respecto a Montoro, la Troika y los mercados, no hacia sus votantes. La responsabilidad es mucho mayor que la de una mala decisión o una simple decepción –la cual siempre es superable–, la responsabilidad es la educar en una mentira interesada a miles de personas hipotecando nuestro futuro inmediato. Resulta paradójico que quien se aupó sobre el sí se puede diga ahora que no es el momento, que se jacte de la imposibilidad.

A Sánchez Mato, quien había hecho una más que correcta labor en su área, logrando superávit, reduciendo la deuda y aumentando la inversión, se le cesa con la excusa de su negativa para votar su plan económico y financiero, para entendernos, un papelote que los ayuntamientos que han superado el techo de gasto impuesto por Montoro, esto es, Bruselas, tienen que presentar al ministro para decirle que se van a portar bien. Encontramos aquí la primera mentira en el asunto. Decir que este plan era de Sánchez Mato equivaldría a decir que el Quijote es autoría del señor que activa la imprenta donde se edita. El concejal, junto a otros compañeros de grupo, se mantuvo firme en la convicción de no aprobar algo que no representaba su trabajo, su línea política, la del programa con el que Ahora Madrid se presentó a las elecciones. El PP salió al quite. Los compañeros de viaje lo expresan todo.

Había herramientas legales y vericuetos administrativos para no haber tenido aún que poner en marcha el plan. Lo que se ha presentado como una elección entre la independencia del ayuntamiento o la intervención del ministro es realmente aceptar una intervención de facto. Reducir la partida de inversión a límites de supervivencia ni siquiera vistos en los momentos más duros de la crisis para pagar la deuda de la M30 y sus sobrecostes –veremos de qué naturaleza– es algo más que una intervención, es ponerte la careta del ministro pero recibir tú los golpes. Del no debemos, no pagamos, a pase y sírvase usted mismo.

El cese no era obligatorio, ni técnico, sino una cabeza que tanto Montoro, como la alcaldesa querían cobrarse. La razón es doble: por un lado, no ha convenido mostrar a la ciudadanía que otra política económica es posible; por otro, que quien la ha llevado a cabo sea un comunista ha despertado grandes suspicacias, y no solo en la derecha. El ministro se quita a una de las pocas figuras que le había plantado cara, la alcaldesa elimina a quien le recordaba cuál era el compromiso fundacional de Ahora Madrid. Efectivamente, como se ha dicho, había razones estratégicas y electoralistas, pero no precisamente por parte del concejal.

Montoro ha hecho su trabajo. Su herramienta, presentada como una falsa asepsia económica, ha sido la de retorcer su propia norma de gasto para pedir unos recortes aún más exagerados a Madrid, una dureza inédita en otros ayuntamientos, donde se ha sido más suave o directamente se ha mirado hacia otro lado. La razón es obvia: Madrid era la punta de lanza de las políticas contrarias al austericidio. Hacer fracasar su proyecto es asestar un aldabonazo a las mismas.

Si esta es la situación concreta, donde las excusas han venido más por parte de la propia Carmena que de la derecha –que se ha limitado a observar y frotarse las manos– cabría indagar en las causas de cómo ha sido posible que se llegue hasta aquí. Si bien las razones del reparto de poder dentro del contexto del Podemos madrileño han importado, también habría que recordar que Carmena ya representa una corriente en sí misma, donde su mano derecha en la sombra, Cueto, ha ejercido de Richelieu contra los sectores más avanzados de la convergencia: IU, Anticapitalistas y Madrid 129. La auditoría municipal, el caso del Open de Tenis o la operación Chamartín se han destapado como los casos en los que el carmenismo ha pugnado con estos sectores, es decir, se ha hecho patente la lucha entre la tecnocracia social liberal y la izquierda transformadora.

Es cierto que la división favorece a la derecha, como no es menos cierto que esta ya es una coartada que nos debería sonar: fue la que durante años utilizó el PSOE cada vez que aplicaba políticas de derechas. Que quien crea las divisiones advierta de ellas es tan solo un mecanismo para cargar la culpa sobre quien, justamente, las critica. Esta no ha sido la primera línea roja que el carmenismo ha cruzado. Desde el caso Zapata, pasando por los titiriteros, hasta sus encontronazos con las plataformas de vivienda no ha dudado en dejar a los pies de los caballos a quien haya hecho falta para no enturbiar su buscada imagen de sensatez. Mención aparte quizá merezca el caso de Rita Maestre, donde la concejala conservó su puesto y, pese a haber recibido el apoyo de todos los sectores de Ahora Madrid así como de la izquierda en general, no dudó en utilizar un vídeo en las primarias de Podemos donde abjuraba de ellos. Los significantes vacíos no entienden de lealtad.

La propia línea política del carmenismo podría encajar a menudo en el propio Ciudadanos. Insistir en la mentira de la gestión neutra, en la ideología de la no ideología, en el gobernar para todos. Siempre se gestiona de acuerdo a unos principios, en una dirección, buscando unos resultados, siempre se gobierna de acuerdo a una ideología, nunca se puede gobernar para todos, cuando ese todos, la ciudadanía, está compuesto por clases sociales con intereses contrapuestos. Insistir en despolitizar Ahora Madrid no es más que politizarlo de acuerdo a una ideología muy concreta, la que piensa que tratando bien a los ricos se podrán crear unas condiciones óptimas para todos. El PP opina lo mismo, solo que sabe que la segunda parte de la propuesta es tan irreal como prescindible.

Carmena se ha movido a la perfección en las guerras culturales y en la crítica de los sectores más reaccionarios a sus proyectos de movilidad. Mientras que ella sea presentada como una peligrosa revolucionaria por los grandes medios, mantiene a salvo su imagen para la mayoría de sus votantes, que perciben lo exagerado de las acusaciones. El juego le ha permitido ir sorteando el conflicto, tapado por encontronazos teatrales, hasta que el conflicto se ha presentado y no ha tenido más remedio que hacerle frente, elegir, aplicar una ideología, la suya. Carmena, al renunciar unilateralmente al programa de Ahora Madrid y condenar al ostracismo a las bases de Ganemos, no ha mostrado independencia, sino cesarismo, aquella forma de proceder que sitúa las decisiones personales –las de su corriente y los intereses que representa– por encima del proyecto que representaba.

Porque este ha sido el pecado original no, siendo justos, de la alcaldesa, sino de quien la aupó a ser quien es. Carmena, ya como creación electoral, fue una figura indispensable para ganar el ayuntamiento, no por sí misma, sino por los valores que se le asociaron en una campaña que duró meses y que se construyó desde abajo: sin el esfuerzo coordinado de miles de personas no hubiera sido más que una candidata más. El problema de las figuras vacías es que nunca lo están realmente y en este juego de matrioskas lo que Carmena traía coincide poco con lo que Ahora Madrid decía pretender.

Esto no es un conflicto entre una izquierda radical, insensata y perdedora contra una nueva política victoriosa con los pies en la tierra. Lo primero porque, resulta absurdo, calificar lo que Sánchez Mato ha representado como idealista, cuando no ha existido nada más material que sus cuentas, dirigidas ideológicamente hacia el objetivo de una gestión más justa. Lo segundo porque las victorias no son cosas de campañas ni de piruetas retóricas, sino de contextos y saber aprovecharlos, y el que se dio en las pasadas elecciones no se dará en las siguientes. Lo tercero porque lo electoral era solo una herramienta para ir más allá, o al menos eso se nos dijo con el asalto municipalista: la clave era aprovechar las instituciones para mostrar otra forma de hacer, pero también para fomentar una repolitización por abajo. Justo al revés de lo hecho, ya que la idea no era crear superheroínas, sino dejar claro que sin la movilización ciudadana y su implicación en los asuntos de la polis no hay transformación posible. No esperábamos la revolución, sí algo de oxígeno.

Hay que tener, efectivamente, los pies en la tierra. Pero para ello lo que es imprescindible es recordar que siempre existen dos tierras, la del club de campo y la de los barrios que te votaron. No hay nada peor que el escapismo atroz de la falsa sensatez.

Un pensamiento en “Opinión El cese de Sánchez Mato, un ejemplo de política subyugada

  1. Carlos Sánchez Mato: “Hemos demostrado que otra política económica es posible”
    http://www.mundoobrero.es/pl.php?id=7739

    GEMA DELGADO 03/02/2018

    El pasado 19 de diciembre, día en que Manuela Carmena destituyó a Carlos Sánchez Mato como Delegado de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid, al concejal de Izquierda Unida le brotaron muestras de apoyo, solidaridad y cariño hasta debajo del asfalto. Todas venían a resumirse en que Sánchez Mato había demostrado, desde las instituciones, que otra forma de hacer política es posible. En dos años y medio, el concejal de IU había conseguido sanear las cuentas, con un incremento de la inversión social del 74%, un aumento del 102% en infraestructura y superávit de 1.500 millones de euros. Pero a Montoro le preocupaba que Madrid fuera bien e intervino. El diputado de IU en las Cortes de Castilla-León y responsable federal de Formación de Izquierda Unida, fue una de las voces que salió en la defensa de la gestión hecha por Sánchez Mato. Decía José Sarrión, que a la política no se viene a gestionar los restos que nos dejan sino a impugnar el modelo. La confluencia sólo puede entenderse desde la necesidad de impugnación de los recortes y el sistema que nos conduce a ello. Y esa impugnación del modelo fue la que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, no quiso permitir.

    Mundo Obrero: En diferentes declaraciones has calificado la intervención de Montoro, desde el gobierno de la nación, como una injerencia no sólo ilegítima sino ilegal. ¿Podría haberse evitado?
    Carlos Sánchez Mato: Esa intervención vulnera la Constitución en su artículo 140 que consagra la autonomía local. Ha planteado una acción coercitiva que no está planteada en el ordenamiento jurídico. Han buscado una forma que les permita ser arbitrarios con la ciudad de Madrid y lo han hecho con la Regla de Gastos, que el Ministerio de Hacienda ha utilizado contra una forma de gobernar diferente que marcaba una alternativa a sus políticas económicas, no sólo en los municipios sino en las Comunidades Autónomas y el Estado.

    M.O.: Una pregunta de niñas de primaria. Si nos han inculcado que no hay otra vía que los recortes sociales porque no hay dinero, ¿de dónde has sacado tú el dinero para aumentar la inversión social?
    C.S.M.: Dentro de las limitaciones propias de la política fiscal de los ayuntamientos, hemos conseguido recursos haciendo un reparto distinto en la recaudación de los impuestos. Por ejemplo en el Impuesto de los Bienes Inmuebles (IBI). Hemos bajado el 99% de los recibos y hemos subido el 1%, que es de los grandes patrimonios, grandes instalaciones industriales, comerciales, hoteleras, deportivas… y supone que aunque la subida no haya sido muy elevada, la recaudación ha sido mucho mayor. Ese reparto diferente de las cargas tributarias nos permite recaudar más.

    Cuando llegamos nosotros pagábamos 340 millones de euros anuales de intereses de la deuda, y cuando yo he salido de la concejalía lo reducimos a 110, o sea 230 millones de euros menos anuales en gastos financieros.

    También hemos hecho un plan de arrendamiento para pagar menos por los locales que tenemos alquilados. Cuando entramos pagábamos 55 millones de euros en alquileres y ahora sólo pagamos 5, o sea, 11 veces menos, así que hemos ahorrado otros 50 millones que pueden ir a partidas sociales.

    No quiero decir que se pueda hacer todo sin cambiar el marco estatal, pero hemos encontrado resquicios para ir haciendo cosas. Lo suficiente para convertirnos en una amenaza seria a esa visión de la derecha de que no hay alternativas. Planteamos una enmienda a la totalidad a su política económica, hemos demostrado que la solución no es reducir el gasto. Querían entrar en todas las actuaciones que estamos llevando a cabo, incluida la denuncia de la corrupción del PP durante las dos últimas décadas. Todo esto nos hacía peligrosos.

    M.O.: Todo el mundo tiene claro que aquí se jugaba mucho más que la desobediencia en el Ayuntamiento de la capital, aquí se jugaba las posibilidades de acción de los Ayuntamientos del cambio.
    C.S.M.: Evidentemente. Además esta batalla no la podían dar todos los ayuntamientos. Hay muchos que sufren la presión del Ministerio de Hacienda pero están en una situación de mucha debilidad para dar la batalla desde el punto de vista institucional e incluso económico. Pero Madrid tiene tal cantidad de recursos económicos que sí podía hacerlo. Además de poder demostrar datos como un superávit de 1.500 millones de euros en el último ejercicio, reducción del 37% de la deuda, plazo de pago a los proveedores de 19 días… Tenemos unos datos que nos legitimaban para ser cabeza de una rebelión ante una normativa caduca e inconstitucional.

    Es muy importante que la gente conozca que este tipo de actuaciones tiene mucho que ver con su condiciones materiales de vida. El que no pongan centros de mayores, que la sanidad no funcione… tiene ver con estos mecanismos perversos para no permitir una vida mejor a la gente. Hay alternativas. Otros compañeros han hecho una enorme labor en ese sentido. Pueden resistir que haya un Rivas VaciaMadrid o incluso un Córdoba que asuma una determinada línea en un momento histórico. Pero si ya es Madrid, la capital del Estado y con un gran volumen presupuestario, ya es otra cosa. No es que hayamos hecho algo novedoso, el planteamiento puede ser el mismo, pero esta vez con un gran visibilidad al hacerlo en la capital del país.

    Lo mejor de esta batalla política es poder mostrarle a la gente que hay alternativas para revertir la política de recortes y dar una enmienda a la totalidad a la política económica del PP:

    M.O.: Respecto al Plan Económico y Financiero se ha activado el ventilador de la confusión contra ti, acusándote de no defender el PEF que presentaste. ¿Podrías volver a aclarar una vez más lo que sucedió con ese PEF y de quién es la autoría?
    C.S.M.: El Plan Económico y Financiero (PEF) del Ayuntamiento de Madrid fue dictado y redactado en sus líneas generales, en sus números, en el Ministerio de Hacienda. Eso es lo que a mí se me traslada y me dicen que hay que configurarlo en forma de expediente administrativo. Yo, en mi obligación institucional lo metí en los formularios pero dije que yo no podía votar eso y por eso me salí. Pero yo no soy responsable de ese PEF, ni lo es Manuela Carmena. Lo impuso el Ministerio. Y no estamos de acuerdo en aprobar con nuestro votos unos recortes de extrema dureza y, además, de forma absolutamente injustificada. Lo que no hice fue insumisión, pero manifesté en todo momento mi oposición al montaje de Montoro y me ha costado la cabeza.

    M.O.: El día 19 de diciembre, cuando se produce tu destitución en el Ayuntamiento, escribes en las redes, “quién cree que una derrota nos destruye, no sabe de qué somos capaces”. Quería hacerte dos preguntas: ¿A quién te diriges con ese quién cree? y ¿qué es de lo que somos capaces?
    C.S.M.: Hay quien desde la derecha política y económica, independientemente de su afiliación política, piensa que a la izquierda nos destruye una derrota. Pues no. No nos vamos a rendir. Seguiremos luchando hasta el final por los intereses de nuestra clase, sea cual sea el papel que nos toque.

    Las instituciones son una herramienta e instrumento para cambiar las cosas. Y hemos sido capaces de hacer una política que ilusione. De lo que tenemos que ser capaces es de tener una correlación de fuerzas en el futuro que nos permita que ante un ataque hostil como el que hemos sufrido seamos capaces de vencerlo. Yo no me rindo. Y espero que haya una segunda parte, ya sea en el Ayuntamiento de Madrid, en cualquiera de los miles de ayuntamientos, en las Comunidades Autónomas o en el Estado.

    M.O.: Haciendo balance de estos dos años y medio al frente de la la Delegación de Economía y Hacienda del Ayuntamiento ¿Cuáles son las medidas de las que más orgulloso te sientes?
    C.S.M.: Son muchas cosas. Poner en marcha esta alternativa económica me da enorme satisfacción. Desde la política local hemos podido demostrar que hay alternativa. Hemos avanzado de forma muy importante en los derechos de los trabajadores, en la contratación pública, en cuestiones ambientales, en introducción de productos de comercio justos. Hemos recuperado algunas de las empresas privatizadas, como la de Funerarias, demostrando que la gestión pública no sólo es mejor sino también mucho más rentable. Y los trabajos para sacar a la luz los casos de corrupción del PP en la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo de Madrid y en Calle 30.

    M.O.: Y ya por último, mirando hacia adelante, ¿cómo afecta tu destitución a la apuesta por Ahora Madrid y a la próxima política de confluencias en esta ciudad?
    C.S.M.: Tenemos que limitar los posibles daños que pueda suponer. Se ha demostrado que Ahora Madrid es una fórmula que tiene la capacidad de aunar diferentes posiciones, como Podemos, Izquierda Unida y otras fuerzas políticas y movimientos sociales convencidos de que sólo trabajando juntos podremos gobernar ciudades de tanta importancia como Madrid. Lo que tenemos que evitar es que se den situaciones en las que no exista democracia interna que permita la adopción de decisiones importantes sin contar con las bases, como ha pasado con Ahora Madrid. Pero no podemos pensar que la solución es volver el identitarismo, al individualismo y pensar que cada uno por nuestra cuenta y en solitario vamos a ser capaces de vencer a la derecha político-económica. La única manera de ganar la batalla a esa derecha político-económica es trabajando juntos y juntas, sabiendo que tenemos diferencias.

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