YEMEN. INTERNACIONALISMO PROLETARIO O IMPERIALISMO MILITANTE

Nota de la Red. Igual que en Siria, el régimen reaccionario y genocida saudí amparado por el imperialismo y su brazo armado transnacional, la OTAN, lleva a cabo una guerra contra el pueblo de Yemen, que está destruyendo vidas, infraestructuras básicas, provocando  migraciones, hambrunas y enfermedades en masa. Ante esta situación es lógico que la clase obrera desde una posición internacionalista se oponga a la venta de armas a este régimen feudal y sanguinario, lo mismo que se opuso en su momento a la venta de armas a los enemigos de la revolución soviética o de la república española.

Pero es evidente que hoy en España ante el naufragio ideológico de la izquierda y el movimiento obrero, se deambula hacia posiciones oportunistas del “no pero sí”, afines a los intereses del imperialismo, que Lenin definió certeramente como posiciones social-imperialistas. No sólo se apoya las guerras neocoloniales que emprenden hacia países independientes, ¿verdad Alba Rico?, sino que también se apoya la venta de armas como “alternativa al empleo”.

Un empleo ligado a la industria militar enganchada a las últimas guerras neocoloniales que han convertido a España pocos años en el séptimo exportador de armas en el mundo, siendo el régimen saudí su principal cliente, sin olvidar además el enorme gasto público militar español con submarinos que no flotan, etc., y los recortes en el gasto e  inversión pública y social que el aumento del gasto militar provoca, 40.000 millones de euros en los últimos 7 años, con la consiguiente pérdida de servicios y empleos ligados al sector público civil.

Sin embargo, ni hubo protestas ante la destrucción de más de 300.000 empleos en el mes de agosto en toda España, ni existe una alternativa industrial, pública y social de izquierdas para reconvertir parte de la industria militar en civil, precisamente porque el empleo ligado a la industria militar sólo supone la mitad del empleo que se generaría en otros sectores en nuestro país, con lo cual los trabajadores estamos perdiendo puestos de trabajo.

Pero claro, como eso interesa a quienes se benefician de las guerras imperialistas, la venta de armas de España al régimen Saudi desde el inicio de la guerra en Yemen se han duplicado, y la “izquierda” social-imperialista apoyando. No extraña ver a personajes que no sólo se autodenominan de izquierdas sino también “anticapitalistas”, como el “nazareno” Kichi, justificando la venta de armas al régimen saudí por un “puñado de votos”, como le dijo sin avergonzarse el exultante alcalde de Cádiz a Jordi Évole en su entrevista en el programa “Salvados”, renunciando por enésima vez en la izquierda al programa, programa, programa.

Ahí van 3 artículos que intentan reflexionar desde una posición de clase, internacionalista y en defensa del empleo:

¿Saben qué es lo más grave en el asunto de venta de armas a Arabia Saudí?  (Nazanín Armanian)

La izquierda se desangra en los astilleros de Navantia  (Luis Gonzalo Segura)

Comunicado de Autonomía Obrera y CGT sobre el contrato de Navantia y Arabia Saudí

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¿Saben qué es lo más grave en el asunto de venta de armas a Arabia Saudí?

https://blogs.publico.es/puntoyseguido/5184/saben-cual-es-lo-mas-grave-en-el-asunto-de-venta-de-armas-a-arabia-saudi/  13 SEPTIEMBRE 2018  Nazanín Armanian

¡Oh vergüenza! ¿Dónde está tu rubor? (Hamlet, Shakespeare)

“Unas familias se dedican a fabricar bombas y metralletas para unos asesinos en serie a cambio de una importante mensualidad, a sabiendas que sus patrones las utilizan para matar cada día a decenas de familias pobres”.

Sí, lo más grave, no es que un régimen como el saudí utilice las armas que le venden en la matanza indiscriminada de los civiles (sólo en el mes de agosto, mataron a 62 niños yemeníes, dejando mutilados a un centenar), ni si quiera lo es que unos gobiernos “democráticos” participen, directa o indirectamente, en estos crímenes. Lo incomprensible es: 1) que parte de la clase trabajadora, a cara descubierta, defienda este trabajo, convirtiéndose además en un peligroso “grupo de presión” al estilo de la banca o las compañías de armas, y 2) que los partidos políticos y sindicatos progresistas le hagan a este sector el seguidismo, y haciéndose víctimas condenadas a un destino divino inalterable, se justifiquen con argumentos torpes como:“lo sentimos, pero tenemos que elegir el “pan” en vez de “paz” o “si no lo hacemos nosotros, lo harán otros”. ¿Dónde está esta “vanguardia” que guíe a los trabajadores, proponiendo alternativas a un capitalismo salvaje que se mantiene explotando y armando a los pobres de unos países para que exploten y maten a los desheredados de otros? ¿Dónde está la “solidaridad internacional de los trabajadores” para desmantelar las alianzas formadas entre las élites mundiales? ¿Se han sucumbido al lema individualista del capitalismo más salvaje de “sálvese quien pueda”? Postura además de mezquina, inquietante. Han olvidado que el problema de empleo en el capitalismo es estructural, y surge por la sustitución de mano de obra por maquinaria y la estrategia de los empresarios en mantener un ejército de parados para bajar los salarios, provocar luchas en el seno de la clase obrera para hacerse con los pocos empleos que ofrecen, y así dividirlos, debilitarlos.

Admirable en este tenebroso panorama, el movimiento feminista vasco, que ha tomado varias veces el Puerto de Bilbao para denunciar que todos los meses parte un barco cargado con armas hacia el Reino de Arabia para matar a unos seres humanos atrapados, indefensos. Riad utiliza incluso las prohibidas bombas de racimo que explotan en más de 2.000 fragmentos, y que matan y mutilan incluso después de años de ser disparadas.

En Alemania y Suecia, hasta parte de la derecha se ha opuesto la venta de armas de sus gobiernos a los jeques, consiguiendo que se paralizaran. En Canadá, una encuesta del 2017 sugería que la mayoría de la población se oponía a la venta de armas a este país, a pesar de que su valor era 15.000 millones de dólares y afectaba a 3.000 puestos de trabajo.

No hay ningún secreto que el Reino de Arabia está dirigido por una familia, en el sentido más don corleánico de la palabra, que aplica el Apartheid y un totalitarismo teocrático, el más severo del mundo que, como castigo a delitos como apostasía, adulterio, la homosexualidad y la hechicería no sólo amputa manos y pies, sino ejecuta con lapidación y decapitación, para luego crucificar sus cadáveres en público. Condenó al bloguero Raif Badawi a 10 años de prisión y 1.000 latigazos. ¿Qué tal si creamos puestos de trabajo fabricando látigos de alta calidad, ya que después de unos fuertes golpes estos látigos se rompen, junto con los huesos del reo? Es el régimen que patrocina a los grupos terroristas que atentan por los cuatro costados del planeta, incluidos en los países occidentales que le protegen, a pesar de que los tratados internacionales prohíben la venta de armas a los países que infringen gravemente los derechos humanos o apoya el terrorismo.

Sólo en 2016, la ONU documentó 119 incursiones de la Coalición EEUU-Arabia en Yemen violando el derecho internacional humanitario: ataques a campos de refugiados, bodas, funerales, escuelas, hospitales, mercados y mezquitas. Arabia ha intentado “militarizar” la enfermedad en Yemen, provocando con sus bloqueos, la cólera, la malnutrición y por ende la muerte de miles de niños. Hay tantos cadáveres de civiles que la Cruz Roja está donando morgues a Yemen que sufre la mayor crisis humanitaria del mundo.

El heredero de la corona de Arabia, Mohammed Bin Salman, busca un triunfo militar en Yemen antes de convertirse en rey, ahora que ha fracasado en su salvaje aventura por Siria.

¿Por qué Occidente arma a Arabia?

Crear una “mini-OTAN sunnita” para que lance una guerra contra Irán, sin implicarse directamente, y aunque con ello ponga en peligro la propia paz mundial. La misión de Arabia y Emiratos Árabes, los dos principales destinos de las armas de EEUU y la Unión Europea, es hacer de martillo para machacar los movimientos populares y desestabilizar los países de la zona: desde ahogar en su propia sangre a la “Primavera” de Bahréin, hasta enviar a decenas de miles de terroristas a Afganistán, Siria, Libia e Irak.

Seguir beneficiando tanto a las compañías de armas -esta facción más criminal de la burguesía mundial, junto con los empresarios de la prostitución-, como a los intermediarios y comisionistas (reyes y presidentes), dejando que caiga alguna migaja para los trabajadores sin conciencia de clase, convirtiéndoles en los cómplices de sus crímenes. Los comerciantes de armas británicos, por ejemplo, han multiplicarse por cinco sus ventas desde que comenzó el bombardeo de Yemen en 2015.

.Salvar a la familia Salud de sus adversarios: El Reino Unido entrena a la Guardia Nacional saudí. Pues, los países de la OTAN comparten intereses estratégicos con esta monarquía totalitaria.

.Forzar una carrera armamentística en la zona: cuando Arabia entrega un cheque de 110.000 millones de dólares de compra de armas a Trump, Qatar se vio obligado a comprar un paquete de armas por el precio de 12.000. millones de dólares a EEUU. Decía el senador Chris Murphy que “Todas las vidas civiles perdidas en Yemen tienen una huella estadounidense“, y de otros vendedores. Cada envío de armas transferidas a Arabia y otros países del Golfo Pérsico hace que Israel obtenga el compromiso de un equipo superior, debido a un acuerdo entre Occidente y Tel Aviv: en 2016 Netanyahu recibió un contrato de seguridad de 38.000 millones de dólares para la próxima década.

Convertir a Arabia en el contrapeso de Irán, después de que desmantelara al régimen de Saddam Husein que cumplía esta función: lección de la que los Saud deberían tomar nota. Estas armas no le darán estabilidad al régimen de los jeques, todo lo contrario: fue justamente la compra exacerbada de artefactos militares por el Sha de Irán, -apodado El Gendarme del Golfo Pérsico-, en la década de los 1970, uno de los principales motivos del descontento popular que terminó no sólo con él, sino con la propia monarquía.

En caso de Yemen, Arabia, EEUU e Israel, entre otros motivos, cuentan con intereses vitales en hacerse con el control del estrecho de Bob- al- Mandeb.

Los gobiernos que negocian con las guerras suelen maquillarlo para manipular a los ciudadanos: cambian el nombre del “Ministerio de guerra” por el  “Ministerio de defensa” sin transformar sus funciones, o hacen que un centro como el “Instituto de Estados Unidos por la Paz, esté vinculado con las empresas de armas como Lockheed Martin, y cuyo director Stephen Hadley sea un exasesor de Seguridad Nacional de EEUU.

Atención: La conformidad de Israel con estas transacciones es primordial. De hecho, se opuso al acuerdo nuclear con Irán y consiguió que EEUU. se retirase de ello, e incluso suspendiera la venta de 80 aviones de pasajeros de Boeing, firmado el 2016, por un valor de 20.000 millones de dólares y que iba a crear 18.000 empleos.

Son estos mismos políticos y medios a su servicio que silencian lo que sucede con este régimen, mientras convierten la farsa del “Programa de reformas internas” de Arabia en titulares para promocionar al príncipe heredero.

Industrias alternativas

Según un estudio del Instituto de Asuntos Internacionales y Públicos Watson de la Universidad de Brown de EEUU “el gasto en energías limpias y cuidado de la salud crea un 50% más de empleos que la cantidad equivalente de gasto militar“, y la inversión en educación genera más del doble de puestos de trabajo en un EEUU donde la industria militar emplea a unas 3.5 millones de personas.

A corto plazo, los gobiernos democráticos podrían: empezar una reconversión industrial, mientras indemnizan a los trabajadores de estas empresas, y les empelan en la fabricación de maquinaria para otras industrias; desarrollar fuentes de energía renovables para cortar esta dependencia al petróleo y sus dueños; invertir en investigación e innovación no militares, e incluso, para la misma Arabia podrían fabricar desaladoras de agua para que en vez del hidrocolonialismo y el saqueo de agua y tierras fértiles de África, Riad siembre en su propio desierto.

Los objetivos honestos, y crear empleo lo es, deben ser conseguidos sólo con medios honestos.

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La izquierda se desangra en los astilleros de Navantia

 

Como si una bomba de precisión hubiera caído por sorpresa y hubiera estallado. Caos, shock, sangre, heridas, astillas, miembros amputados, cuerpos despedazados, humo. Destrucción y muerte. La izquierda se desangra sin remedio en los astilleros de Navantia, merodea asfixiada, conmocionada, completamente desorientada entre la densa humareda que dejan las bombas y el zumbido que revienta los oídos. No ve, no oye. Languidece, puede que para décadas, víctima de cuatrocientas bombas de precisión, cinco embarcaciones militares, seis mil puestos de trabajo, diecisiete mil civiles assinados, diez mil heridos, más de veinte millones de personas en riesgo de hambruna, difteria y cólera. La mayor catástrofe humanitaria del planeta a día de hoy, Yemen, y el mayor genocida actual, Arabia Saudí.

No hablo del PSOE. El PSOE está muy vivo. Siempre lo estuvo. Y nunca fue izquierda. Si acaso, derecha moderna, el ala reformista del Régimen que, por otra parte, ya existía durante el franquismo. Ya saben: Felipe González y Juan Luis Cebrián. Los menos franquistas entre los franquistas. Los franquistas con chaqueta de pana, Gas Natural y Star Petroleum. Los franquistas en esencia de formas modernas que exhuman al fiambre porque les incomoda, pero dejan intactas las Fuerzas Armadas, el gran bastión franquista de nuestra sociedad, porque en el fondo todo es una sobreactuación.

Ellos no sufren del desconcierto y de los bombardeos, ellos han hecho del desconcierto una forma de existencia y de los bombardeos una partida presupuestaria más. Del sí pero no, de OTAN, Monarquía, GAL, privatizaciones, recortes, Troika, Botín y el Santander, la Iglesia y lo que se tercie. De todo lo que se supone que aborrecen, pero después terminan adorando. Del republicanismo borbónico, que ya es decir. De impedir que se investigue a Juan Carlos y Corinna, de ahogar a los denunciantes de corrupción, de traicionar a los familiares víctimas del franquismo, de llevar en los genes la república federal y aplicar el 155 con los palos incluidos. De nombrar ministro del Interior a quien [Marlaska] ha generado cinco condenas a España  por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por dejar de investigar seis casos de tortura, ha humillado a las víctimas del Yak-42 y tiene una carrera judicial poco edificante.

De “Arabia Saudí es un país serio”, de “las bombas vendidas son de precisión y por ello no matarán niños”, de ‘me siento ante la bandera de Estados Unidos, pero al poco soy presidente y me bajo los pantalones a toda prisa ante el amo del Mundo’, de ‘apuesto por la Alianza de las Civilizaciones y multiplico por seis la industria armamentística’. Porque si alguien no lo sabe, todo esto de las armas, de convertirnos en la séptima industria armamentista del mundo y vender munición y muerte a las peores bestias del Planeta lo comenzó Zapatero. Y Bono, y Alonso, y Chacón. Y sus mandos militares, claro, y sus altos cargos, y todos los que pasaron por la JIMMDU, esa junta interministerial de actas secretas que reparte muerte a quien paga por ella.

Por eso el PSOE no desfallece ahogado por toda esta infamia, no se inmuta ante una de las páginas más negras de la Historia de España. Lo vive con la normalidad de quien ha construido el mayor embuste del postfranquismo.

Quien se desangra en los astilleros de Navantia es la izquierda. La verdadera izquierda, la que de verdad fue oposición al franquismo, la que fue apaleada, torturada, violada y asesinada. La que llena las cunetas de cadáveres, la que fue exterminada en Badajoz o en la carretera Málaga-Almería. Y en centenares o miles de sitios más. Son Kichi, los sindicatos, Podemos, Anticapitalistas, izquierda Unida, Pablistas, Errejonistas… Todos. Y lo escribo con el enorme pesar que me genera ser izquierda, sentirme izquierda. Llevarla en mi ser. Porque algo de mí también ha quedado amputado en Navantia con todo esto. Y porque nos encontramos ante la mayor tragedia humanitaria del Planeta y ante tamaño infierno solo existe oponerse, dimitir, romper un partido o irse a casa. Pero nunca asumir.

Porque leo el reportaje de Francisco Carrión y no puedo evitar llorar. Sentir rabia e indignación. Oprobio. Vergüenza de ser español y, por primera vez en mucho tiempo, vergüenza de ser izquierda. Niños bombardeados dirigiéndose a un campamento de verano. Por favor. Sus fotografías. Los relatos de los que padecieron aquello. Y SOLO, aunque suene estremecedor, a grito sin voz, son 26. Lo repito: hay más de 17.000 civiles muertos, más de 10.000 civiles heridos y más de 20 millones de personas en riesgo de hambruna, cólera y difteria. Colegios, hospitales, mercados, entierros, campamentos de verano. Todo bombardeado. Todo hecho pedazos. Generaciones enteras perdidas. Migrantes, claro que sí, o inmigrantes, o emigrantes, o lo que sea, que serán víctimas de mafias, sufrirán robos, violaciones o explotación laboral. Como afirma la BBC que hacían o hacen en el sur de Turquía con los refugiados sirios nuestras queridas Zara y Mango.

‘Trabajo es trabajo’ para los Borbones que llenan los bolsillos con la muerte ajena, que a base de muerte han sostenido durante generaciones su poder y por la gracia de un genocidio hoy gobiernan. Pero no para nosotros. Aunque sea por solidaridad, por simpatía, por las víctimas franquistas y sus familiares, por el trabajo solidario con esos migrantes a los que les caen esas bombas de precisión, que según los socialistas, y ahora mismo me dan ganas de vomitar, no serán peligrosas porque de tan precisas que son no matarán niños. Como si el problema fuera la precisión de las bombas y no la perversidad, crueldad, vileza y depravación de los que las arrojan.

‘Trabajo es trabajo’ para las empresas alemanas que estuvieronexplotando a los judíos durante el exterminio. Para Volkswagen, Bayer, Siemens, Bosch, Deutsche Bank, Krupp. Pero no para nosotros. Nosotros no somos como ellos, nosotros perdemos gobiernos, alcaldías, afiliados y lo que se tercie antes que ser como ellos. Nosotros somos los que tenemos que explicar que se puede. Que se puede hacer de otra forma, que 6.000 puestos de trabajo de 18.874.200 trabajadores representan el 0,031% y de 22.670.300 ocupados suponen el 0,026% y que 2.000 millones de euros en embarcaciones militares solo suponen con respecto a los 1.166.319 miles de millones de euros del PIB de 2017 un 0,00017%.

Y que, por tanto, lo que tocaba no era ‘trabajo es trabajo’ sino ofrecer un plan de reconversión industrial que terminase con esta infamia. Un plan, todavía estamos a tiempo, que acabe de una vez por todas con nuestra complicidad con tan atroces crímenes y que devuelva a la izquierda la coherencia que ahora mismo es operada a vida o muerte en Yemen. Y en los astilleros de Navantia. Un plan que se acepta o se rompe Gobierno.

Y no es ‘buenismo’ ni utopía ni radicalismo, es Suecia, Canadá, Finlandia, Noruega, Bélgica o Alemania, países que ya no venden armas a Arabia Saudí.

Porque si lo de las armas, Arabia Saudí o Yemen no era cierto ni era posible, ¿qué lo es del resto del discurso?

 

 

Comunicado de Autonomía Obrera y CGT sobre el contrato de Navantia y Arabia Saudí

http://autonomiasur.org/wp/comunicado-autonommia-obrera-cgt-navantia-arabia-saudi/

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No a la venta de material bélico a Arabia Saudí

Ante las movilizaciones que, a propuesta de su Comité de Empresa, llevaron a cabo el pasado viernes una parte del colectivo de trabajadores/as de NAVANTIA-SAN FERNANDO, desde las Secciones Sindicales de Autonomía Obrera y CGT del Hospital “Puerta del Mar” queremos manifestar públicamente lo que sigue:

    • Que ambas Secciones Sindicales rechazamos tajantemente tales movilizaciones por su gravísimo contenido insolidario y belicista, ya que lo único que, en última instancia, se persigue con ellas es imponer al gobierno central un cambio de postura en su decisión de anular la venta a Arabia Saudí de un pedido de 400 bombas de precisión laser por el temor a que ello pudiese implicar la anulación por ese país del contrato firmado en julio para la construcción de cinco corbetas.
    • Que para los abajo firmantes la lucha de los trabajadores/as por sus derechos y por el empleo no puede emprenderse nunca a cualquier precio, ni bajo cualquier bandera reivindicativa, sino que debe tener siempre como límites muy claros la obligación de que el objetivo de una lucha o el acuerdo concreto con que se cierre no conlleve nunca el deterioro de los derechos laborales de otros trabajadores y, menos aún, menoscaben los derechos humanos de otros colectivos o pueblos. Todo lo que se salga de esa simple exigencia, por mucha apariencia reivindicativa que presente (cortes de tráfico, neumáticos ardiendo, etc.) no sólo no es una lucha obrera real, sino que constituye en el fondo una movilización reaccionaria y una expresión gravísima de insolidaridad e incoherencia que nada tienen que ver con las luchas históricas del movimiento obrero.
    • Que, a tal efecto, resulta obligado recordar a quienes se movilizaron el pasado viernes, a sus líderes sindicales y a todos cuantos desde la tribuna pública les han jaleado sin pudor en estos días, algunas circunstancias internacionales que organizaciones como la ONU, UNICEF, CRUZ ROJA, AMNISTÍA INTERNACIONAL, INTERMON OXFAN o GREEN PEACE no han cesado de denunciar reiteradamente y que son las que siguen:
      1. Que, desde hace 3 años, Arabia Saudí encabeza una coalición militar que mantiene una guerra extrema contra en territorio de Yemen que ha provocado ya la muerte de más de 6.000 civiles (de los que 2.400 eran niños), 50.000 personas han resultado heridas, y tres millones de ciudadanas/os yemeníes se han convertido en desplazados dentro de su propio país.
      2. Que, como consecuencia de esa guerra impuesta por EEUU y Arabia Saudí, Yemen sufre actualmente una de las mayores crisis humanitarias del mundo, con al menos 22,2 millones de personas (el 83% de su población) necesitadas de ayuda humanitaria para subsistir y más de un millón de presuntos casos de cólera. La guerra de Yemen (promovida por EEUU y Arabia Saudí y denominada “la guerra invisible” por el aislamiento informativo que sufre) representa hoy día la mayor crisis humanitaria que se vive en el mundo.
      3. Que hace tan sólo un mes, el pasado 9 de agosto, UNICEF y CRUZ ROJA informaron que la coalición dirigida por Arabia Saudí perpetró un ataque aéreo en Yemen que causó 50 muertos y 77 heridos; uno de los objetivos del ataque fue un camión ocupado por niños que se dirigía a una escuela, de ahí que al menos 29 de esas víctimas fueran niños menores de 15 años. Y pocos días antes, el 2 de agosto, el bombardeo en un mercado y un hospital cercano en a la ciudad de Al Hudeida dejó más de medio de centenar de muertos (de los que 6 eran menores y 4 mujeres) y más de cien heridos. Según Intermon Oxfan, agosto ha sido el mes más sangriento para la población civil de Yemen en lo que va de año. A fecha del 31 de agosto, un total de 981 personas civiles habían resultado heridas o perdido la vida, incluidos 300 niños y niñas.
      4. Según datos oficiales facilitados por Amnistía Internacional, entre 2015 y junio de 2017 (últimos datos disponibles), España autorizó 202 licencias de exportación de armas a Arabia Saudí, Bahréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Kuwait, Marruecos y Qatar, integrantes de la coalición militar encabezada por Arabia Saudí que bombardea Yemen. El valor de esas autorizaciones de exportación de armas en ese período ascendió a 1.569 millones de euros y el importe de las exportaciones realizadas es de 1.229 millones de euros. Como denuncia AI, esa cantidad supone casi mil veces más que la destinada a ayuda humanitaria a Yemen desde el inicio del conflicto, que ascendía a 1,3 millones de euros hasta diciembre de 2017.
      5. Que, por lo que respecta en exclusiva a Arabia Saudí, debe recordarse que esta dictadura es el 5º mayor cliente armamentístico de España y que sólo entre 2015 y junio de 2017 vendimos armas por valor de 728,5 millones de euros, entre las que se encuentran las 400 bombas de precisión laser susceptibles de utilizar contra la población civil de Yemen, que son el resultado de un contrato firmado en 2015 por el anterior gobierno del PP por valor de 9,2 millones de euros.
    • Que, así mismo, ambas Secciones Sindicales lamentamos profundamente la extrema tibieza, cuando no la clara y sonora complacencia, con que se han manifestado en relación a estas movilizaciones los máximos líderes de las organizaciones de izquierda en nuestra comunidad y nuestra ciudad. De Dña. Susana Díaz (PSOE de Andalucía) era de esperar su pronunciamiento claramente a favor de todas las rectificaciones que fueran precisas para salvar el contrato de las fragatas con Arabia Saudí, sobre todo si con esa posición se atacaba abiertamente al gobierno de Pedro Sánchez. Pero lo que resulta asombroso e inaceptable a todas luces es que, de nuevo, los dirigentes de CC.OO., U.G.T. y de Podemos-Andalucía respalden abiertamente las protestas de los trabajadores de NAVANTIA-SAN FERNANDO, rehúsen pronunciarse en contra de la venta de bombas a Arabia Saudí y se dediquen tristemente a “lanzar balones fuera” responsabilizando de lo que sucede a quienes nos impusieron el vergonzoso modelo industrial/militar que hoy sufrimos en nuestra Bahía. En el sindicalismo y en la política, resulta obligado recordarles, se debe estar siempre para defender posiciones éticas y justas, aunque sus contenidos no sean entendidos o asumidos por la población; tenemos la obligación moral de defender a cualquier precio los derechos humanos desde todas sus perspectivas, aunque ello nos suponga (como seguramente sucederá, por ejemplo, cuando se difunda esta nota) recibir críticas furibundas, ataques irracionales o, sencillamente, perder respaldo electoral. No estamos, en suma, para ganar elecciones a costa de lo que sea, sino para cambiar la forma de pensar de la población en una dirección ética, justa y solidaria; si pronunciarnos y hacer política o sindicalismo en esos términos nos conduce secundariamente a ganar elecciones, bienvenido sea ese resultado, pero si, por el contrario, nos lleva a perderlas, será siempre una derrota honrosa, fruto de anteponer los principios y no ceder al atractivo abrazo de las ideas populistas y demagógicas que hoy tanto parecen gustar.
  • Que, por último, ambas Secciones Sindicales respaldamos plenamente la campaña ARMAS BAJO CONTROL, promovida por Amnistía Internacional, FundiPau, Greenpeace e Intermon Oxfan, y exigimos al gobierno central que, al igual que ya han hecho otros países como Suecia, Canadá, Finlandia, Noruega o Bélgica, cese todas las exportaciones de materiales bélicos a países que están cometiendo crímenes de derecho internacional o que violen los derechos humanos (como sucede con la intervención militar en Yemen) y que, por tanto, pongan inmediato fin a la venta de todo tipo de armamento a Arabia Saudí y mantenga su compromiso de anular la entrega de las 400 bombas de precisión laser, sean cuales sean sus efectos.

Como de forma tan acertada ha señalado recientemente el director de Intermón Oxfan, “no se puede permitir que se vendan armas que puedan ser utilizadas en un país azotado por más de un millón de casos de cólera y al borde de la hambruna, donde tres de cada cuatro yemeníes necesitan ayuda humanitaria para cubrir sus necesidades básicas, en una crisis exacerbada por el bloqueo naval y aéreo”.

El horizonte industrial de la bahía no puede salvarse a costa de la guerra y la sangre de miles de civiles inocentes en otros territorios de nuestro planeta.

SECCIONES SINDICALES DE CGT Y AUTONOMIA OBRERA DEL HOSPITAL “PUERTA DEL MAR” DE CADIZ

Un pensamiento en “YEMEN. INTERNACIONALISMO PROLETARIO O IMPERIALISMO MILITANTE

  1. Nota de la Red. En Abril de este año Navantia decidió retirarse del programa de corbetas brasileño «Tamandaré» ante el exceso de carga de trabajo. Dicho programa incluía la fabricación de 5 corbetas con un coste de 1.600 millones de dólares. (https://www.defensa.com/industria/carga-trabajo-acumulada-obliga-navantia-retirarse-programa).

    Esta nota de prensa del 5 de mayo de 2018, que informa de la renuncia del programa Tamandaré, demuestra que había opciones para no hacer el contrato de venta de armas al régimen saudí, y que tanto el gobierno, como la empresa y el comité de empresa de Navantia han engañado a todos los trabajadores y ciudadanos de que se estaba defendiendo el empleo y de que no había otras opciones de carga de trabajo.

    Aquellos que como el alcalde de Cádiz Kichi argumentaban de que «o hacemos bombas para Arabia Saudí o nos vamos a la ruina», son complices de esta patraña. Kichi que desde el principio ha apoyado la fabricación de corbetas y bombas para el régimen saudí con la mentira del paro, es cómplice del genocidio en Yemen.

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